¿Cómo hago para mantenerme motivado?
¿Por qué las cosas que sabemos que nos hacen bien, nos cuestan tanto?
Generalmente, iniciar acciones que sabemos que nos hacen bien, nos encuentran con cierto malestar, por más que sepamos que son actividades nutritivas. Lo que sucede es que, en la mayoría de los casos, el bienestar tarda en llegar. Eso nos hace perder la relación existente entre conducta y recompensa y por tanto, nos resulta más difícil mantenernos motivados.
Sin ir más lejos, veamos el típico caso de hacer actividad física: a esta altura, casi todos conocemos los beneficios que otorga (liberación de endorfinas, descarga, bienestar físico, despeje mental, etc.). Pero, ¿por qué no estamos todos ejercitándonos?
Probablemente, esto tenga que ver con que los cambios (sobre todo los que vemos) comienzan a aparecer a los meses. De este modo, las ventajas, son lejanas a la actividad per se.
¿Cómo podemos achicar la brecha entre la actividad y los beneficios que buscamos?
He aquí algunas sugerencias para poder mantenernos con la motivación alta incluso cuando no vemos resultados inmediatos.
Conocer y aunar lo que nos impulsa es una buena opción.
¿Para qué quiero hacer esta actividad?
Imaginemos que se tratara de comenzar un curso sobre fotografía. Resulta que, cuando me decido a iniciarlo, considero elevado el precio, el lugar queda lejos, el horario no está tan bueno… No parece muy alentador el escenario, ¿cierto?
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Contextualizar
Primero busquemos generar metas lo más posiblemente realizables, al menos para determinados momentos: ¿Tengo tiempo? ¿dinero? ¿disponibilidad para sumar una actividad nueva en este momento?
Adecuemos las condiciones
Exploremos opciones más acordes a lo que podemos en determinadas circunstancias (con la intención de que, ya que se trata de algo elegido, hacerlo disfrute mediante).
Tal vez, siguiendo el ejemplo del curso de fotografía, buscar una alternativa más económica, o un sitio más cercano o un mejor horario (difícilmente se reúnan todos nuestros requisitos).
Pero, ¿Qué tal si esto no es posible o, realmente quiero aprender en un determinado lugar, con tal profesor (y eso significa cierto horario y con distancia y precio ya establecidos)?
Bucear en la intención primordial
En caso que predomine la alternativa original ¿Qué es lo que provoca el sostén de dicha elección?
Buscá preguntarte "¿Qué significa para mí la fotografía?” “¿Qué le aporta a mi persona?”
¿Qué horizonte hay atrás?
La invitación tiene que ver con generar acceso a lo que inicialmente nos impulsa a hacer determinada actividad y qué tan "costoso" o realmente costoso es para cada uno de nosotros (y en ciertas circunstancias).
Orden de sucesos
Como en cada elección (mal que nos pese), ganamos algo y perdemos otra cosa.
Evaluemos intención, costos y beneficios.
Continuando con el ejemplo de curso de fotografía: tal vez lo inicie porque quiero tener una changa "más copada" para sumar a mi trabajo o bien, o porque me interesa el arte (por poner un ejemplo).
Ante una misma acción, el lugar desde el cual lo hago y los resultados y vivencias que obtengo, pueden ser sumamente variables.
Imaginemos que finalmente decido embarcarme en el curso. Pueden suceder infinitas posibilidades.
Pero, intentemos imaginar (tal vez acotada y forzadamente) dos posibles escenarios.
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Me inspira el docente (enriquecimiento), mi grupo de compañeros es muy amable (sociabilidad), adquiero una nueva herramienta de calidad (aprendizaje, conocimientos artísticos y desafío). Puede suceder que, a veces, me desgane todo el "baile" que hay que poner en marcha para sostener esto. Sin embargo, obtengo beneficios valorados personalmente: enriquecimiento, sociabilidad, recursos de arte, desafío.
¿Abstractos? ¿No tan a la mano? Tal vez. Se trata de valores: aquellas cualidades que puedo (sostenidamente) poner en juego en mis acciones y ciertos escenarios, lejos de los aspectos materiales y/o físicos.
Ahora bien, puedo acceder a todas esas ventajas mencionadas pero, supongamos que soy mamá y emprender el curso me lleva a perder o reducir el poco tiempo que paso con mis hijos. También puede pasar que, asistir, me implica renunciar a mi único día de ocio o a otra actividad valiosa para mí (por ejemplo, se me superpone con danza), el precio me significa bajar la calidad de algún alimento, etc. Evaluemos costos y beneficios aquí… no es lo mismo que en la primer opción, ¿no? Las ventajas no se vivencian de igual modo; aunque las acciones per-se sean las mismas, el motor y las consecuencias son otras.
Todo cambia
También ocurre que el contexto cambia. Tal vez, comencé una actividad y (más allá del entusiasmo novedoso del inicio), la cosa "fluía más". Al pasar el tiempo, comenzaron a haber ciertos obstáculos (a lo mejor no tan notorios). En el mismo ejemplo, pudieron cambiar mis actividades laborales. Quizás trabajo la misma cantidad de horas, pero el grado de presencia que mi nuevo rol o tarea laboral implica, es mucho más alto. Sintiéndome más cansadx. O capaz me mudé, y eso significa poner en marcha otras cuestiones para llegar al lugar del curso.
Y no olvidemos el trabajo que demanda el proceso de adaptación a las modificaciones de cualquier situación.
Ahora, ante la misma actividad, pero tratándose de un panorama que ha mutado ¿Sigue siendo significativa para mí la actividad?
Frenar
A veces, parar la máquina y ampliar nuestro campo visual desde esa postura más contemplativa, nos ayuda a accionar más adecuada y, por ende, más conscientemente…
Si se detienen un instante ¿Pueden notar el impacto que tiene cada inicio y sostén de las diferentes actividades elegidas en su vida? (Porque, claro, ante otras como ir a trabajar, no tenemos opción).
Después de estos extensos renglones ¿Pueden vislumbrar la diferencia entre el esfuerzo y el compromiso, en las distintas acciones elegidas?
¿Ayuda esto al tipo de persona que quiero ser?
Referencias
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